¿Respeto mi valor?

Cada vez que dices “¡bah! no me ha costado nada” mientes. Cada vez que dices “da igual, ya me lo agradecerá” sabes que te mientes. Cada vez que das un poco más, sin valorar tu verdadera contribución en lo que haces, das una sonora bofetada a tu autoestima. Es el tipo de situaciones en las que se encuentran aquellas personas que sienten que dan más de lo que reciben. Dan y dan esperando que se les reconozca en algún momento su esfuerzo, y sin embargo reciben sólo frustración a cambio.

Muchas personas llegan a terapia con un problema que explican como “me bloqueo cuando me piden algo, tengo mucho que hacer” o “tengo que gestionarme mejor porque siempre voy agobiada” o «no encuentro tiempo para hacer algunas cosas». En ocasiones es una cuestión de organización. Pero la mayor parte de las veces es más bien cuanto abarcan y cuanto aprietan. Con frecuencia son personas que se juzgan duramente por no llegar a ‘todo’. Su todo es un mínimo que para la mayoría sería un máximo. Lo que pasa es que no se permiten decir que no a nada por lo que vayan a pensar los otros si les dicen simplemente ‘no, no puedo’. Temer perder el afecto-aceptación-atención de los demás motiva a muchas personas a vivir teniendo que satisfacer las necesidades ajenas sin escuchar nunca las propias. Son personas que con frecuencia sufren de ansiedad, bajo ánimo, ideas de las que no se pueden desprender, falta de sueño. Su cuerpo les va indicando que no puede más y no entienden el mensaje porque están programadas para continuar con su misión: cumplir, agradar, recibir aprobación, no fallar. ¿Cuántas veces se plantean si les compensa de verdad?

Es fácil que cualquiera pueda abusar de una persona que no es capaz de respetar sus propios límites, sobretodo porque no los conozca, o porque siempre esté saltando sobre ellos. Lo tomamos como ser bueno/a, pero es dejar que te tomen el pelo. No es mala educación ni falta de sensibilidad ni egoísmo ni debilidad. Decir basta es una cuestión de respeto hacia una misma. Como dice la sabiduría popular “si no te valoras tú, nadie lo hará”. Ponle ‘precio’ a tu contribución porque sí te ha costado hacerla, porque si alguien te pide ayuda es porque tienes cosas que aportar, porque lo que haces es importante. Porque cuentas.

Aceptar el valor de un no

El estrés tiene un motivo principal, y suele ser el abarcar demasiado, más de lo que es materialmente posible. Cuando sobrepasamos nuestras fuerzas, multiplicamos horas inexistentes y aceptamos demasiados compromisos lo podemos pagar con insomnio, ansiedad o problemas cutáneos o intestinales. Solemos asociarlo al trabajo, pero también es extensible a nuestra vida privada. También cuando sea fin de semana o periodo vacacional no olvides que el tiempo de descanso es para ti y tus gustos/necesidades. Puede que sientas mucha presión para aceptar compromisos familiares y sociales que realmente no te apetezcan. Te dejo algunos consejos para que revises cómo afrontarlo:

valor-no

– Deja hablar. Cuando alguien te pida algo, déjale hablar sin interrumpirlo. Escúchalo con interés y evalúa que te está pidiendo. Luego decide si quieres hacerlo.

– Di no de forma clara y directa. Utiliza frases en primera persona como “yo prefiero”, “yo quiero”, “me apetece más hacer…”, etc.

– Tómate tiempo. Si te cuesta decir que no a la primera o estás dudando si te conviene aceptar, di que necesitas tiempo para pensarlo y tómatelo. Pueden ser unos minutos o varios días, valora tus prioridades y haz lo que te conviene y te gusta.

– No te justifiques. Una vez decidido, no des excusas ni justificaciones. Si crees necesaria una explicación, acompáñala de razones (cuestiones objetivas y claras) no de pretextos (excusas generales o mentiras)

– Ante la insistencia: Si a pesar de haberlo dejado claro, la otra persona sigue pidiendo tu colaboración, mantente en el no. Se recomienda utilizar la técnica del disco rayado con frases como “sé que te gustaría que yo… pero ya te he dicho que no”. Y lo repites mientras sea necesario.

– Sugiere alternativas. En algunos casos, es efectivo proponer un plan B: “Yo no puedo hacerlo, pero quizá si preguntas a/en…” o dar una variación que a ti te vaya bien, por ejemplo “Hoy/Mañana/ahora no es posible pero en otro momento sí”.

– Sigue firme. No cedas. Si continúa insistiendo, pide que no lo haga y di qué harás: “Si sigues así yo…me iré/colgaré/me siento poco respetado/desvalorizado”

Recuerda que la dinámica de la asertividad es de dos direcciones. Si tú aceptas el no, la limitación del otro, te será más fácil que los demás también lo acepten por tu parte. Puedes empezar a establecer dinámicas más sanas por ti mismo. Y si tienes problemas para hacer esto, recuerda que la terapia puede ayudarte.