Acompañamiento ante el confinamiento

Si tienes miedo, ten miedo. Está bien, estás asustada/o ¿Estás enfadada/o? Bien, tienes rabia, es injusto. Si te angustia el futuro, qué va a pasar ¿es que es raro? Claro que no, la incertidumbre es real. No eres débil, ni tonto, ni exagerado por sentir todo esto. Eres humano, sientes y piensas, sacas tus conclusiones. Está bien. No lo podemos evitar ni es malo que suceda ¿Debemos entonces dejarnos arrastrar por estos sentimientos? Eso sí lo tenemos que cuidar.

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Ante una situación como la que vivimos, ante una amenaza real y peligrosa como es el Covid-19, responder con una emoción primaria como miedo, sorpresa o rabia es natural. Debemos recibir esa sensación, pero no dejar que nos arrastre con pensamientos destructivos. Los sentimientos que nos genere nuestra mente pueden hacer que el confinamiento sea constructivo o nos vuelva del revés. Es habitual que mientras la situación se alargue, pases por diferentes momentos, algunos incluso raros, como un ataque de risa o de llanto. La mente busca maneras de sacar la tensión física que le genera la emoción y lo hace como puede. No debes preocuparte por eso. Para que tu cabeza no empiece a darte una lata innecesaria, procura ordenar tus ideas:

  • Hazte un plan casero personal. No te agobies sino haces todas las actividades propuestas por redes sociales y amigos. Haz lo que te guste, te relaje o sea útil.
  • Piensa en cosas que te gustaría tener hechas cuando esto termine. Ten una meta. Puedes hacerte una lista y repartirla cada día. Sin prisa pero sin pausa.
  • No te obsesiones con el ejercicio ni la alimentación. Muévete, estira cada rato, haz alguna tabla sencilla de ejercicio o usa esa máquina que tenías olvidada. Pero no te obsesiones con moverte. En cuanto a la dieta, piensa que no hace falta comer tanto si estás inactivo y procura beber muchos líquidos, si puedes, para mantenerte más saciado.
  • Si te agobias, escríbelo, lleva un diario donde tener un rato para volcar ‘los residuos’. Céntralo en un momento de día y el resto intenta mantener tu mente ocupada en otras cosas.
  • INFÓRMATE BIEN Y LIMITADAMENTE. No nos cansaremos de repetirlo. Lee, ve películas, alguna serie ligera y no compartas todo lo que recibas con todo el mundo.
  • Es bueno tener conversaciones con amigos, familiares y vecinos por medios online, pero procura no tener monotema. Es bueno compartir los sentimientos pero repartid el tiempo para hablar de otras cosas.
  • PROCURA REÍR. Es medicina. Busca un ratito para leer chistes, o ver películas de humor o montar un vídeo chorra, lo que se te ocurra. Pero no dramatices. La situación no lo necesita.
  • Si puedes ayudar, ayuda. Pero recuerda que ayudar también es no estorbar. Todos no podemos hacer de todo. Haz aquello para lo que te sientas capacitado, ahora no necesitamos superhéroes sino ciudadanos responsables.

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Todo pasará y vendrán otros retos que superar. Guarda energías, confía en que puedes adaptarte a las circunstancias y busca cada día algo que haya sido bueno.

Y si el día ha sido un asco, lo ha sido, mañana es otra oportunidad. Respira, duerme y piensa que lo único cierto es que nada permanece.

 

‘La vida de Calabacín’ – Gestionar el ‘abandono’

El miedo al abandono es un hándicap para muchas personas a la hora de tener una relación sana. Aferrarse con angustia a otra persona es el síntoma principal, aunque esa persona ya no nos quiera o no nos aporte, incluso nos maltrate, no podemos considerar que se vaya de nuestra vida. Muchas personas no saben cuál es el motivo por el que viven sus relaciones personales con ansiedad ante la separación, ya sea temporal o definitiva. En muchos casos, se debe a dificultades en el apego en la infancia. El apego es un instinto básico de supervivencia que nos liga a otros seres humanos. Nuestros padres son en esencia los responsables de ayudarnos a gestionarlo y a interpretar las emociones que genera, pero nuestras experiencias vitales también marcan como viviremos nuestros sentimientos.

Miedo al abandono

Relacionado con este tema, hoy quiero hablaros de la película ‘La vida de Calabacín’. Con este nombre en apariencia tan inocente, la historia sobre una casa de acogida para niños con problemas familiares se cuela con mucho tacto en el corazón. Habla de cómo afrontar la soledad en todas sus crudas versiones. Lo que más me ha gustado de esta película es la manera directa y sin adornos de representar una realidad tan dura y sin embargo no recrearse en lo más oscuro. La vivencia del abandono de cada uno de los niños, sus estrategias de supervivencia que se activan desde tan pequeños, genera una conmovedora reflexión.

Una increíble manera de presentar la orfandad, una película tierna pero a la vez muy adulta sobre la exclusión y el abandono.  Es muy recomendable verla y dejarse contagiar por su ternura infantil y su sencillez narrativa. Así son las cosas, nada más.

Miedo a la soledad

«Todos los hombres, en algún momento de sus vidas, se sienten solos. Y lo están. Vivir es separarse de lo que fuimos para acercarnos a lo que seremos en el futuro. La soledad es el hecho más profundo de la condición humana.» Octavio Paz

La soledad no tiene un único significado. Aparentemente, supone un estado, el hecho de estar solo quizás, o eso diría la mayoría. Sin embargo, la soledad no es un hecho concreto, ni una situación, es un sentimiento. Es la sensación interna, la vivencia que una persona experimenta y no tiene nada que ver con la cantidad de gente que haya a su alrededor. Incluso hay gente que no ha llegado a experimentar  el estar solo y lo teme más que nada en el mundo.

4755572609_0c41fdf4fc_oEl miedo a la soledad es bastante común y un motivo que se esconde detrás de muchos problemas psicológicos. En nuestra sociedad es raro que alguien la tome como algo natural, es el tabú, lo terrible, algo de lo que huir, y tenemos montones de recursos para estar siempre acompañados: televisión, teléfono, redes sociales, mensajería… la seguridad de saber que siempre hay alguien al otro lado, que no estamos ‘solos’. Y aun así, es difícil deshacerse de esa sensación de vacío que para algunas personas es la soledad. A menudo se confunden. Lo que sucede es que al estar ‘sin ruido’, sin distracción, entramos en contacto con nosotros mismos, se hace el silencio y se escucha mejor nuestro interior. A lo mejor no nos gusta lo que oímos. A lo mejor no nos gusta lo que nos preguntamos; o a lo mejor me quedo conmigo mismo y resulta que no me gusto… Hay muchas personas que tienen dañada su autoestima, así que no tienen una ‘brújula interna’ para vivir, y necesitan estar siempre en contacto con otros para tener referencias en la vida. El reflejo que les dan los demás les dice como son, lo que deben hacer y en general no tienen que responsabilizarse de sí mismos. Cuando están solos, no saben quiénes son ni qué hacer. La peor parte de la soledad es la sensación de estar ‘perdido’, aislado, dejado llevar a una corriente que no sabemos dónde lleva. Incluso incomprendido, sobre todo cuando ni nosotros mismos podemos comprendernos. La respuesta de los demás nos lleva y nos da confianza.

Cuando una persona se conoce, se acepta, se respeta, en conjunto se gusta y se siente confiada, no teme a la soledad, puede incluso buscarla en algunos momentos. Esos momentos sirven en las personas equilibradas para intimar en la relación con uno mismo – “Amarse a uno mismo es el inicio de una relación para toda la vida”. Huir constante y sistemáticamente de la soledad supone perder la ocasión de conocernos y comprendernos, por lo tanto de tener una buena referencia para solucionar los problemas de nuestra vida: la nuestra propia y genuina.

Mi vida sin mí – Isabel Coixet