Estás en compañía de ciertas personas y al final te vas con un mal sabor de boca. Algo te molesta en la boca del estómago, te hace sentir que no estás a gusto. Parece culpa o vergüenza, pero no sabes muy bien por qué. Son relaciones que quieres pero en el fondo parece que quieras evitar, siempre eres tú el que estás en falta ¿Por qué? Puedes estar siendo víctima de una manipulación psicológica, de lo que puede llegar a ser un abuso emocional. Es más fácil reconocer que una relación es dañina cuando la persona no se esconde, cuando por su perfil de personalidad se muestra abiertamente, incluso con cierta desfachatez. Piensas ¿será posible que sea cierto o soy yo que me he vuelto loca? Algunas de estas estrategias para conseguir salirse con la suya se pueden reducir a estos tipos:
– ‘Hacer luz de gas’: “Pero si te lo he dicho… esto ya lo sabías.” Y tú sientes con claridad que lo que sucede es nuevo y no se ha hablado antes ¿cómo lo has podido olvidar? Pero el otro te hace dudar, te asegura con toda la calma que tú no estás bien, que estás loco, que pierdes facultades. A veces puede ser tan sutil que incluso creas que has sido tú mismo el que estás poniéndote mal.
– ‘Silencio’: No hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Las palabras pueden herir, pero los silencios también. Retirar la palabra a alguien es una forma de agresividad muy perjudicial que pone a prueba al que no puede soportar la tensión y acaba disculpándose no sabe muy bien por qué.
– ‘Proyección’: En realidad es el otro el que está haciendo o sintiendo algo negativo, pero acabas siendo tú el culpable cuando no se te ha pasado por la cabeza. ‘¿Ves? Siempre haces lo mismo’ o ‘Ya estás otra vez pensando eso de mí, no me dejas en paz’, y tú ni siquiera sabes de lo que habla. Te acabas preguntando ¿cómo hemos llegado a esto?
– ‘Intimidación encubierta’: O el clásico ‘tú mismo’, ‘pues tú sabrás’. No hay un ataque directo porque ‘tú verás lo que haces’. Percibes que te amenazan pero te pasan la pelota a tu tejado. Puede que pienses ‘si a mí ni me importa, no es cosa mía’, pero te ves forzado a decidir algo.
– ‘Victimismo’: De repente el malo de la película eres tú. Quizá la discusión o el problema era planteamiento del otro, pero se da la vuelta a lo sucedido y el agredido u ofendido acaba siendo el otro. Aunque no sepas ni por qué en realidad.
Para vivir relaciones sanas, hay que liberarse de este tipo de comunicación y ser consciente de los juegos en los que estamos implicados. Y sobretodo preguntarte ¿a qué quieres jugar tú? Cuesta por qué no nos han educado para la asertividad, sino para conseguir las cosas por medios indirectos. Cuando el maltrato es obvio puede ser un infierno salir, pero no saber si quiera que están abusando de ti es muy destructivo.