Una persona puede sospechar que está desarrollando el síndrome de burnout cuando su calidad de vida se ve afectada en su ámbito personal por causas profesionales. El primer efecto es el de desarrollar estrés crónico por causa de las características propias de su trabajo. Algunas de sus causas son la dificultad en las relaciones profesionales (con jefes, encargados, compañeros, etc.) la sobrecarga de tareas, sentimientos de miedo relacionados a la pérdida del empleo o el empeoramiento de las condiciones y la falta de realización personal a través del trabajo. Las personas que lo padecen pueden tener síntomas como:
– Dolores musculares y de cabeza. Incluso dolores difusos e itinerantes.
– Falta de concentración y de memoria. Supone tardar más de lo necesario en hacer una tarea y puede que con peor calidad de la que realmente se es capaz.
– Falta o exceso de apetito. Depende de la persona puede perderse el gusto por la comida o en cambio buscarla como un consuelo del malestar o la angustia.
– Fatiga. Sensación de falta de energía y cansancio físico. Todo puede hacerse un mundo.
– Pérdida de iniciativa. Dificultad para establecer metas y hacer planes.
– Alteraciones del humor. Facilidad para ponerse de ‘mal humor’ o estar irritable.
– Problemas de sueño. Dificultad para conciliar el sueño o que no sea de calidad reparadora.
Cuando una persona ha llegado a desarrollar estos síntomas psicológicos, suele tener ya los efectos físicos del exceso de oxitocina. La oxitocina es una hormona que en exceso puede resultar tóxica y causar problemas en el sistema cardiovascular (subida de la presión arterial), en el sistema inmunológico (resfriados, gastroenteritis, migrañas frecuentes o incluso enfermedades autoinmunes) y el digestivo (gastritis y diarreas)
Una vez nos damos cuenta de que podemos estar afectados por el burnout, es necesario poner remedio lo antes posible. Te dejo algunos consejos que pueden serte útiles para tomar conciencia:
– Eres dueño de tu tiempo, organiza tú mismo tu horario y recuerda añadir tus necesidades personales.
– Delega y establece límites. Pedir ayuda no es de débiles, es de responsables.
– Aprende a priorizar y racionalizar el tiempo. No eres una máquina y el día tiene un número de horas limitado.
– No te hagas propios los problemas ajenos. Ayuda cuando puedas, no lo tomes como una tarea más.
– Para y organiza tus vacaciones y descansos. Si no repones pilas, tarde o temprano lo pagas.
– Busca tiempo para estar al aire libre y en contacto con tus amistades y familia. Relativizar las cuestiones laborales es muy útil para la salud mental. Distraerse despeja la mente para buscar soluciones más adelante.