Las formas de la ansiedad

La ansiedad es la pandemia silenciosa que no todos se atreven a reconocer. A pesar de ser el malestar psicológico más extendido en el mundo, todavía resulta vergonzoso o incómodo de reconocer para una gran mayoría de personas que la padecen. Hay quien lo considera un signo de debilidad, hay quien ve asomarse la locura o incluso la enfermedad mental, otros se asustan tanto que apenas pueden ponerle nombre. Y aunque es cierto que no es consuelo que haya mucha otra gente que se encuentre en la misma situación que tú, creo que reconocerlo y aceptar su extendida existencia es un paso para empezar a enfrentarla.

Para reconocer que lo que lo que tenemos es ansiedad, lo primero es saber un poco más de ella y del porqué de su aparición:

  • Puede tener múltiples formas, mantener siempre la misma o ir cambiando y manifestándose en forma de un malestar u otro en la misma persona.
  • La forma más común es el ahogo o falta de aire, la presión o peso en el pecho o la sensación de infarto. Pero el mareo, la percepción extraña del espacio, la sensación de muerte inminente y la falta de control sobre el pensamiento también aparecen con mucha frecuencia. Algunas personas pueden sentir pinchazos o dolores difusos en otras zonas del cuerpo, de forma persistente o intermitente (cabeza, estómago, vientre, laterales de la espalda, etc.)
  • Sin embargo, hay síntomas de ansiedad que muchas personas no reconocen como tales y les llevan a pensar que sufren de algún otro problema más o menos grave. Entre ellos están los pensamientos recurrentes que llegan a obsesionar, problemas para mantener el sueño o para descansar, descomposición o malas digestiones frecuentes, irritabilidad o ‘mal humor’ sin motivo aparente, crisis de llanto o desgana para hacer actividades que en principio deberían agradar.
  • Un detalle muy importante, que muchas personas desconocen, es que la ansiedad no siempre es un efecto inmediato a una situación problemática. Gran número de personas que han padecido ansiedad han podido empezar a tener síntomas semanas, meses o incluso años después de que sucediera un hecho especialmente problemático, estresante o traumático. Nuestra mente dispone de mecanismos de defensa para sobreponerse y seguir adelante en una situación complicada, pero después, al relajarse, puede responder con miedo o angustia.
  • La forma más intensa de la ansiedad son los ataques de pánico, pero no son la única. Hay personas que no llegan a tener una crisis aguda y por eso no llegan a reconocer que lo que tienen es ansiedad.
  • La ansiedad no es por sí misma una enfermedad. Es el síntoma de que nuestra mente está pasando por un momento que la estresa y así se manifiesta. Muchos sucesos vitales diferentes pueden llevarnos a tener ansiedad, no hay un único motivo o causa que la desencadene.

Cualquier persona es susceptible de padecer ansiedad en algún momento de su vida. Es una respuesta adaptativa, es decir, es el resultado de algunas situaciones vitales. Por lo tanto, no hay personas ‘ansiosas’, ni tiene porque ser una situación permanente. Si crees que podrías estar padeciendo ansiedad no dudes en consultar. Con un tratamiento adecuado, es posible reducirla y permitir que no resulte tan limitante para tu vida.

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